martes, 5 de agosto de 2008


Viajes Interiores
Una puerta a lo desconocido

Desde siempre el hombre ha sentido la necesidad de expandir sus horizontes, ampliar sus dominios y conquistar territorios desconocidos. Para ello se ha largado en múltiples aventuras. Ha sorteado mares, montañas y prejuicios. También ha buscado desde tiempos inmemoriales las formas de explorar el misterio más grande, su propio ser. Para ello cada civilización que pasó por la tierra desarrolló innumerables técnicas.

Una de estas vías de conocimiento ha sido y es la de los llamados viajes, de los chamanes de los pueblos originarios de América y de otros lugares de todo el mundo. Viajes en busca de la sabiduría ancestral de un pueblo. En busca de una curación para algún miembro de la comunidad. Viajes de celebración de los misterios de vida y de muerte. Viajes interiores.
Los viajes podían ser inducidos mediante cantos y ritmos y mediante "plantas de poder": Peyote, hongos sagrados, ayahuasca (poción vegetal), y otros. Estas plantas se dice que tienen un "espíritu" que puede servir de aliado y maestro.
Mircea Eliade, investigador rumano que realizó la primera recopilación sobre el tema del "chamanismo" y cuyos libros son textos clásicos obligados para su estudio, lo define como la técnica del éxtasis o trance, y al chamán como el gran especialista del alma humana que tiene la capacidad de realizar viajes hacia la región de los espíritus y desde allí puede armonizar la realidad.

Las plantas del poder eran también usadas en ocasiones como vehículo para fortalecer los vínculos entre las personas de la comunidad. Esto se producía mediante rituales de tipo iniciático y celebraciones comunitarias. Según afirman grandes investigadores del tema como Ewan Schultze, Albert Hoffmann, Antonio Escohotado y otros, el trance extático ya sea individual o colectivo constituye una experiencia que marca profundamente a la persona y le presenta al mismo tiempo su propia particularidad o esencia, y su conexión con el todo que las personas religiosas llaman Dios. Estas vivencias eran buscadas en el contexto de las sociedades chamánicas. Podría decirse que vivían su religión con su propio cuerpo, a través del éxtasis, como experiencia fundamental.

La Sabia de los hongos mágicos

La chamana mazateca Maria Sabina encontraba la cura para las enfermedades de su gente en las "veladas" que eran a la noche e incluían rezos, cantos, y una buena dosis de "hongos sagrados". Este ritual procedía de prácticas ancestrales mazatecas sincretizado con el catolicismo. En su humilde casa del pueblo de montaña Huautla de Giménez. (Oaxaca, México), en la que reinaba un clima de devoción y espiritualidad, la "abuelita" (como la llamaban) recibía a sus pacientes y a todo aquel que se acercara con una clara determinación de iniciarse en el mundo mágico de los hongos.
María Sabina tuvo una vida dura, de mucha pobreza y desdicha. Pero desde niña siendo una pequeña pastora de cabras descubrió esos hongos que le enseñaban cosas y que de alguna manera "eran como Dios". Fue llevada por el hambre que los comió y descubrió una puerta a otros mundos. Y fue su abuelo curandero quien le contó que eran usados por su pueblo desde tiempos remotos para curar a la gente.
Luego la vida la fue llevando a alejarse de los "niños santos" obligada por las necesidades y tareas de una esposa y madre. Pero cuando una de sus hermanas estuvo enferma a punto de morir el viejo ritual fue celebrado y la mujer fue curada. Allí comenzó su faceta de curandera, que se vio interrumpida esporádicamente hasta que, ya siendo una anciana, se pudo consagrar del todo a la sabiduría.
Maria Sabina nació y murió en la pobreza . Pero dejó un legado. Se convirtió en un icono que encarna la dignidad de una persona del pueblo que dedicó su vida a la espiritualidad y fue un ejemplo de humildad y bondad. Podría decirse que fue como un Bodisathva de la América Indígena.

"Hay un mundo más allá del nuestro, un mundo lejano cercano e invisible. Ahí vive Dios, viven la muerte, los espíritus y los santos; es un mundo donde todo ha sucedido y todo se sabe. Ese mundo habla, tiene un lenguaje propio. Yo repito lo que me dice. Los hongos sagrados me llevan y me traen al mundo donde todo se sabe. Son ellos, los hongos sagrados, los que hablan en una forma que yo puedo entender. Yo les pregunto y ellos me responden. Cuando regreso del viaje, digo lo que ellos me han dicho, me han mostrado."
María Sabina


El sistema de creencias, valoración, y todos los presupuestos a los que estamos sujetos a partir de nuestro tipo de educación racionalista, positivista, materialista o como quiera llamarse parecerían no alcanzar para captar las sutilezas de los lenguajes de pueblos antiguos, su atención por la naturaleza, su modo de vivir en armonía -pienso en los Mapuche, pienso en el Tao de los chinos, en el Zen japonés-. Algo de lo que tienen en común estas cosmovisiones es el respeto por la tierra. La tierra madre. Y lo sagrado. La sacralización de la vida. Cada momento de la vida. Cada material. Por eso tanto en los chamanes amerindios, como en los sabios budistas, taoístas, y otros vemos -o mejor dicho leemos acerca de- el cuidado, el esteticismo, con el que se vive. Haciendo de cada movimiento, de cada hora del día, de las cosas cotidianas, de los momentos sencillos de la vida un tributo al presente, a la belleza y alegría de vivir. Podría decirse que tal vez por ese espíritu de humildad y reverencia ante la vida esas culturas -que no produjeron tecnologías: automóviles, computadoras, aviones, televisores y otros- sí en cambio desarrollaron adelantadas tecnologías del sí mismo.

Cuesta pensar estos temas, tan ajenos a lo que es el individualismo, el consumismo y la alienación que abunda en estos días. Sigue vigente el poco respeto que por ellos tuvo el mundo eurocéntrico "civilizado". El mundo cristiano. En nombre de Cristo cuántos crímenes se habrán cometido en esta tierra americana...

(***) y los hombres matándose... para la pacha mama todos somos sus hijos... La tierra no es de nadie. Ni tu nombre te pertenece. Todo es de prestado. Te lo presta tu mamacita. Tienes que cuidar lo que tienes. Las personas que amas... Todo es ilusorio en ese otro viaje, el que llaman realidad. Solo vanidades, sólo egos reconcentrados. Pero un guerrero debe ser paciente, saber estarse quietecito y atento como una serpiente (***) ¡Ay!, ¡Quién me habrá enseñado esta curiosidad! Madrecita cuida mi alma, te lo pido por Jesús, pide por mí... Sólo soy un hombre, un tonto aprendiz de brujo al que sólo puede salvar tu amor... Pachita, pachita.. Sólo soy un mocoso pero soy tuyo, tuyo hasta la médula. Haz de mí lo que quieras... (***) Sólo somos historias... historias en el viento... Sólo historias... Este es el poema que nunca termina... Nada te pertenece te digo, ni estas palabras. Es mejor vivir propiciando la fiesta de la tierra. Te das cuenta hermano... ¿Te das cuenta? En esta tierra hay para todos. ¿Cuánta sangre, cuánta pena, harán falta todavía?
(Palabras oídas en una "velada".)