viernes, 5 de septiembre de 2008

Enciende mi fuego


La pasión según Jim Morrison


James Douglas Morrison, nació en Melbourne, Florida, en 1943. Siendo hijo de un militar de alto rango tuvo que mudarse por los USA en repetidas ocasiones a lo largo de su infancia. Se cuenta que a los cuatro años presenció un accidente en la ruta en el que murieron varias personas de raza india "nativos americanos" y que esta experiencia lo marcó profundamente. Luego de marcharse de su hogar a edad temprana, estudió cine en Los Ángeles. Esta ciudad, en pleno apogeo de la psicodelia, era un caldo de cultivo de múltiples disciplinas artísticas, especialmente de música. Alrededor de los 22 años formó junto a Ray Manzarek, tecladista, Robbie Krieguer, guitarrista y John Densmore, Baterista, la banda de rock The Doors, nombre tomado tanto de William Blake: "Cuando las pertas de la percepción son depuradas, pueden verse las cosas tal cual son, infinitas", como de Aldous Huxley por el libro sobre las experiencias con la mezcalina "Las puertas de la percepción". Esta banda alcanzó niveles de éxito -tanto de la crítica como del público- que la ponen a la altura de bandas como The Beatles, The Rolling Stones o de Pink Floyd. Sin embargo la principal vocación de Morrison -la poesía- sumada a la presión generada en torno de la banda hizo que finalmente este optara por retirarse de la música para vivir en París, dedicándose a la literatura. Allí murió a los 27 años en circunstancias poco claras aunque los indicios más concluyentes son que la causa de su muerte fue por sobredosis.

El mito, un poco aderezado por ese otro hijo maldito de Norteamérica que es Oliver Stone, quien filmó la película "The doors", nos presenta al loco, el artista del caos y la ebriedad sagrada. Una lectura bastante generalizada hace excesivo hincapié en la parte del "reviente" olvidando que Morrison fue ante todo un poeta, un actor, un místico. Que conocía al dedillo la mitología griega, los clásicos, tanto como a Nietzche. Y que no vivió en una torre de marfil si no que vivió su pasión como una forma de desautomatizar radicalmente a la hipócrita sociedad americana refregándoles en la cara aquello que se quería escamotear: el sexo, la muerte, la libertad verdadera que no acepta encorsetarse en moldes religiosos, ideológicos o autoritarios. Una frase que solía utilizar era "Hay que llevar en sí mismo un caos para poder engendrar una estrella danzante" (Nietzche).
Su compromiso político, en esa bullente época de reivindicaciones raciales, de repudio a la guerra de Vietnam, a Nixon, y de una juventud movilizada como pocas veces se ha visto, está mas relacionado con una erótica política que con una ideología determinada. Así hablaba Morrison de sus conciertos: "No hay nada mas divertido que tocar música ante un auditorio, hay una bella tensión, hay libertad y al mismo tiempo obligación de hacerlo bien... Un juego es un campo cerrado, un cuadrilátero de muerte con el sexo en el centro, y actuar es el único juego que sé... Un concierto de Doors es un mitin público; cuando actuamos participamos de la creación de un mundo y lo celebramos con el público. Esto es política, pero nuestra fuerza es sexual, deberían llamarnos eróticos-políticos, tomamos el sexo y lo convertimos en una gran bola de fuego musical.. Actuando me siento espiritual, actuar me da una máscara, una lugar para esconderme de mí mismo y donde encontrarme a mí mismo... intentamos darle a los chicos un buen rato, nos divertimos, la policía se divierte, los chicos se divierten.. es una especie de triángulo extraño".
Lo cierto es que tuvo no pocos problemas con la policía en sus conciertos. Fue acusado de múltiples cargos: blasfemia, exhibicionismo, etc... Sobre estos problemas se expresó de la siguiente manera: “No hay reglas en un concierto de rock, todo es posible, en Miami intenté reducir el mito al absurdo, la gente no fue allí a escuchar música, hablé a cada uno de los individuos de la masa y les pregunté qué querían hacer…. el juicio no me afectará porque insisto en que creo que no he hecho nada malo, la indignación ante eso no tiene sentido, estaba alimentando la imagen que se había creado a mi alrededor y con la que yo cooperaba, a veces conscientemente y la mayoría inconscientemente. Estaba probando los límites de la realidad, sentía curiosidad por ver qué pasaría, eso fue todo: curiosidad”.

En los comienzos de The Doors, Morrison no era precisamente el frontman hechizante que llegó a ser con el tiempo. Se cuenta que en las primeras presentaciones se mostraba al público prácticamente de espalda. Se han barajado muchas hipótesis respecto de una supuesta gran timidez por parte del cantante, lo que lo habría llevado a consumir grandes cantidades de alcohol y otras drogas para desinhibirse. Mas allá del estereotipo tan bien parodiado por Capussoto en Peter Capusotto y sus videos del rockero limado y que parece ser el concepto generalizado que se tiene sobre Morrison, no hay que olvidar que fue un estudiante brillante de la carrera de cine -se dice que sus profesores lo estimaban por su inteligencia- y se suele aludir a su alto cociente intelectual.

Su amigo y co-fundador de los Doors, Ray Manzarek lo recuerda así: "Como un tipo fantástico, muy inteligente; como un político sensible y un poeta. Pero por sobre todo, como un muy buen amigo. Oliver Stone estaba peleado con Jim y nos usó a nosotros en su ficción para pelearnos con él. No es cierto que nos peleáramos todo el día entre nosotros, eso suena a grupo de adolescentes que no saben qué hacer con el éxito. En esos tiempos teníamos asuntos más urgentes e importantes por los que pelearnos. Nosotros luchamos contra Nixon, contra Vietnam, contra una política norteamericana fascista. Esa era nuestra lucha." A su vez, el manager de los Doors, Bill Siddons, dice: "Espero que sea recordado no sólo como cantante de rock y poeta, sino como un dulce ser humano. Era la persona más afectuosa, más humana y más comprensiva que yo haya conocido. Esto no era siempre lo que la gente leía acerca de él, pero así era el Jim Morrison que yo conocí y que sus íntimos amigos vamos a recordar."


La admiración y fervor de las masas ha llevado a que su tumba en París se convierta en un verdadero santuario y en lugar de peregrinación. Día a día nuevas generaciones vuelven a descubrir a Morrison y a enloquecer un poco con su voz y su poesía. Sin embargo, él mismo no se consideraba merecedor de tanta devoción. La muerte, una vez más, como en el caso de Janis Joplin, de Jimi Hendrix y, más cerca, de Kurt Cobain, le ha dado la pátina de la inmortalidad. Por algo en la tapa de la Rolling Stone de 1981 junto a una foto de Morrison se lee el famoso epígrafe "He is hot, he is sexi, and he is death". Acerca de sí mismo leemos en Los poemas ocultos: " Elvis tenía una sexualmente sabia / voz madura a los 19. / La mía aún guarda el / gemido nasal de los / menores chillidos y furias / de un adolescente reprimido / Un cantante interesante / a lo sumo: un grito / o un canturreo enfermo. Nada / entremedio." Y en otro poema: "Un líder natural, un poeta, / un Chamán, con el / alma de un payaso. / ¿Qué estoy haciendo / en la arena / de la Plaza de Toros? / Todas las figuras públicas / son candidatas a líder / Espectadores en la Tumba / observadores de la revuelta / Miedo a los Ojos / Asesinato / Estar borracho es un buen disfraz. / Bebo para así poder hablar con los imbéciles. / Yo incluido."


Algunos comentaristas de la vida y obra de Morrison, sostienen que lo que él quería no era tanto ser una estrella de rock si no un poeta maldito como sus admirados Rimbaud, William Blake, Lautreamont y otros. Eso lo llevó a abandonar América para instalarse en París, donde pensaba dedicarse por entero a escribir. Sólo que allí encontró la muerte con 27 años y pasó a convertirse en la leyenda más ardiente de la historia del rock.